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viernes, 25 de octubre de 2013

El Arte de Piropear.




Muchos piensan que un piropo es simplemente un halago, una palabra o una frase que se le dice a una persona cuando pasa caminando por la misma vereda en donde estamos parados.

¿Porqué decimos piropos? -puede ser que lo hagamos con el simple hecho de  halagar a la persona que nos parece linda a simple vista, demostrando la valentía que tenemos en confesar lo que sentimos al verla y apreciarla. Pero en algunos casos, utilizamos el piropo en forma de chiste, sin halagar a nadie y hasta pasando por desapercibido a la mujer que esta por delante de nosotros, con el simple hecho de sentirse superiores y graciosos dentro de un grupo de amigos.

El noventa y nueve porciento de las mujeres que reciben un piropo, hacen una excelente actuación, demostrando que nunca escucharon nada. Siguen caminando sin hacer ningún tipo de gesto. Si está acompañada de amigas, se miran entre ellas y se regalan una sonrisa cómplice, sin decirse ni una sola palabra. (Quien sabe porqué). 
La mayoría de estas excelentes actrices de vereda, tienen una gran carga de piropos, por lo que ya saben como actuar ante el halago y demás situaciones que la transformen en la vedette de los próximos diez metros de baldosas a lo largo. 
El uno porciento pertenece a las menos piropeadas. Tal vez son las que se visten de una forma poco provocativa, las que utilizan a sus amigas como un gran escudo anti-piropos,etc. Quizás las mejores mujeres del mundo, ya que mantienen la sinceridad, el respeto y sobre todas las cosas la humildad. Estas, al recibir un halago, entran en un estado de incomodidad, sin saber como reaccionar. No saben si sonreír, ponerse serias, caminar lento o rápido. Intentan huir de esa situación poco común. 
Al fin y al cabo, nunca comprendemos el sentido del piropo. Jamás sabemos como se siente él o la piropeada.

 Si nos ponemos a analizar, el piropo es un juego sin sentido, en donde el piropeador o la piropeadora actúa y dice el piropo, pero quien lo recibe hace como que no le da importancia y sigue su camino, sin ni siquiera mirar al valiente o al gracioso. 

Éste es un ejemplo claro de lo que sucede usualmente en cualquier parte:
Es Viernes. Nicolás sale del colegio como todos los días. Él va rumbo a su casa, cruza  la vereda del instituto y camina hacia la parada del colectivo.
Parado bajo el techito, la chica mas hermosa del colegio, según Nicolás, pasa caminando frente a él. El muchacho, con mucha timidez, se esfuerza y le dice "Chau linda". La chica lo mira y sigue caminando como si nada hubiese pasado.
Nicolás se queda mal, el color rojo en sus cachetes lo revela, todos saben que el es vergonsozo y que ese viernes se arriesgó. El adolescente toma el colectivo y viaja esperando con ancias el fin de semana.

Sábado a la tarde. Nicolás se sienta en un banco de la plaza junto a sus 6 amigos del barrio. Entre ellos se van pasando una botella de gaseosa, que cada uno toma del pico, sin hacer notar la necesidad de tener un vaso. 

Durante el ritual de todos los sábados, la chica mas linda del colegio desfila por la vereda de la plaza.
El chico mas vergonzoso del colegio comienza a gritarle elogios casi grotescos a la misma que vio el día anterior, sin ponerse colorado, ni nada por el estilo. 
Los amigos se matan de risa y  le dan la mano al gritón, felicitándolo y festejando por las cosas que dijo Nicolás.

Antes, un piropo era el dolar de la conquista, valía mucho más que una charla o un "chamuyo" de la actualidad. La persona que decía un piropo usaba su intelecto para largar de su boca una combinación de cosas hermosas y poéticas, que sentía en su corazón, que adornaban y describían lo lindo de la mujer, tanto por dentro o por fuera. Ahora, el piropo, es solamente es una frase, una palabra, hasta una expresión grotesca, casi sin expresar un solo sentimiento. Gracias a esto el arte de piropear se fue desgastando poco a poco al transcurso de las épocas, dejando en el camino el Arte del piropo.   

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